Luego de más de un mes de la división del peronismo provincial, los acontecimientos que lo desencadenaron son cada vez más claros. No se trata de una disputa por mayor presupuesto para salud o educación, tampoco es una disputa por resolver los problemas de desempleo o inseguridad que atraviesa Tucumán, mucho menos tiene que ver con los salarios de los trabajadores citrícolas o los miserables aumentos entregados a docentes y personal de salud.
Se trata de una pelea de camarillas porque tiene que ver con los espacios de poder que ocupa cada uno en la provincia y asociado a estos espacios, las “cajas” que vienen con ellos. Ninguna de las dos camarillas quiere ceder su posibilidad de erigirse en el poder en las elecciones provinciales del 2023 y anticipan esta pelea. Manzur exige una nueva reforma de la Constitución para poder postularse nuevamente a gobernador y así mantenerse en el poder, él y sus asociados, Jaldo bloquea esta posibilidad desde la legislatura.
Es claro que nada de esto importa a las necesidades de una provincia en la que los índices de desocupación aumentan día a día, la inflación es imparable y los femicidios se producen cotidianamente ante la mirada impávida de la justicia.
Los trabajadores Tucumanos debemos darle la espalda definitivamente a estos gobernantes y al resto de los partidos de la oposición que actúan con ellos, para que esta crisis no la paguemos nuevamente los que vivimos de nuestro propio trabajo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario