La ola de asentamientos en distintos puntos de la provincia, tiran abajo el relato alperovichista acerca de los avances sociales ocurridos en la última década.
Alperovich ha montado un régimen a favor, entre otros, de los especuladores inmobiliarios, del que forman parte integrantes de su propia familia y de la camarilla gubernamental. Este negocio reposa en el monopolio del suelo urbano en manos de un puñado de especuladores, que han llevado por la nubes el precio del suelo, las construcciones y los alquileres, lo que ha provocado que decenas de miles de familias tengan como único destino hacinarse en terrenos y casas de familiares.
A los escasos planes de vivienda sólo tienen acceso las familias de grandes ingresos y los "amigos del poder". Cuando el promedio de ingreso salarial en la provincia no llega a los 4.000 pesos, y cuando el 50% de los trabajadores están en negro o precarizados, y miles en condición de trabajadores temporarios, se puede verificar fácilmente que todos ellos tienen vedado acceder a cualquiera de los planes de vivienda actuales, o incluso autoconstruirse la propia vivienda.E sta situación es una radiografía de la orientación social del gobierno que es compartida por la oposición reunida en el Acuerdo Cívico y Social.
La represión como remedio para evitar los asentamientos es como matar al enfermo para evitar el dolor. La única solución socialemente progresista a esta situación, se tiene que dar en base a implementar un inmediato plan de vivienda cuyas cuotas no pueden superar el 10% del ingreso familiar, y debe estar destinado a todas las familias sin techos que surjan de un censo a tal efecto. Para hacer efectiva esta solución se debe disponer de los terrenos urbanos desocupados y un impuesto a los especuladores inmobiliarios para tener los recursos para dar comienzo y efectiva solución a este derecho a la vivienda propia de las familias sin techo.
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