Siguiendo el llamado de Amado Boudou, La Cámpora despejó dudas y se alineó incondicionalmente con José Alperovich. Boudou había declarado que quienes estaban con Cristina, debían estar con Alperovich.
Con este alineamiento, todo el discurso nacional y popular, hasta con tinte antimperialista con el cual la dirigencia camporista pretendió cautivar a la juventud, que comenzaba a interesarse por la acción política, ha sido tirado al tacho de basura.
La dirigencia camporista ahora reivindica a quien es denunciado como el principal responsable de la impunidad y encubridor del crimen de Paulina Lebbos. Hace poco días respaldaron el encumbramiento de un genocida como nuevo Jefe del Ejército y la reprivatización de YPF a manos de Chevron. En realidad, todo esto no debe sorprender, ya antes La Cámpora defendió la privatización de la Cordillera a manos de los monopolios internacionales, o la Barrick Gold.
Está claro, que ni el gobierno de Cristina, ni el de Alperovich son nacionales y populares, son gobiernos ajustadores que se orientan a profundizar la dominación extranjera sobre el país como lo demuestra la política con respecto a la deuda externa.
Una juventud, como La Cámpora, que apoya esta dirección política del país no puede ser fuente de organización ni de impulso liberador, sino de prebenda, acomodos y corruptelas, o sea de carrerismo, emulando a sus mayores.
La juventud, que efectivamente quiere transformar la realidad para favorecer los intereses populares y efectivamente quieren la liberación de nuestra patria, tiene que organizarse e impulsar el voto al Frente de Izquierda, porque son los únicos que cotidianamente están comprometidos en la lucha de pueblo en pos de esos objetivos.
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